19 abril 2024
Entrevistamos a Colectivo da Silva: "Somos nostálgicos pero siempre mirando hacia delante"

Un universo colorista y dinámico, enfrascado en la belleza de lo absurdo. Lo más nuevo de la nueva ola. Vienen de sacar a la luz su primer álbum, Vacaciones, y llegan acompañados de un sonido tan fresco y desenfadado como lo genuino de su estética.

Suenan a la nostalgia pasada por agua de un verano eterno, atemporal. Una sugerente caricatura de la psicodelia que agita nuestra mente y pocas veces sale a relucir. El hipnótico retrato de la distorsión que ejercemos sobre la vida. Una explosión sensorial, liviana pero caótica, envuelta en el surrealismo y la incongruencia. En su suavidad, éxtasis. Diversión. Calma. Y vuelta a empezar. 

Su insólita travesía veraniega va en camino de consolidarlos como icono de la emergente posmodernidad. Siete chicos que solo juegan a jugar, sin pretender, sin querer convencer a nadie.

Nos reunimos con Víctor Ruiz, Carlos Jiménez, Andrés Cándido, Pablo Fernández y Alberto Valero, para que nos cuenten más acerca de sus “vacaciones”.

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Escribe María Rozados Balboa.

“Somos nostálgicos pero siempre mirando hacia delante”

 

¿Qué ha supuesto para vosotros la llegada de este nuevo -y primer- álbum? ¿Creéis que su publicación os va a consolidar dentro de una línea más definida o preferís manteneros al margen de etiquetas?

C: Pues nuestro disco es más que nada una carta de presentación al mundo, y eso es lo que esperamos conseguir con él. No queremos quedarnos en algo muy underground, queremos que España nos conozca. Y no, en cuanto a etiquetas, no nos gusta encasillarnos.

P: La idea es siempre avanzar. Si sacas un disco que suene “x”, lo suyo es que el siguiente no suene tanto a “x”. La clave es que haya variedad.

V: Han sido canciones realmente eso, muy variadas. No se sigue una línea de pop oscuro, pero tampoco una más electrónica. Es un disco variado, como el proceso de composición en sí mismo ha sugerido que lo sea.

 

¿Creéis que la industria musical en España ahora mismo está tendiendo demasiado a la bipolarización, a encasillarse y definirse en exceso?

V: Justo diría que de dos años hacia aquí viene produciéndose una ruptura con este modelo más tradicional de etiquetas. Hoy se tiende muchísimo más a la diversificación, a lo ecléctico. Todo el mundo puede escuchar de todo y cualquier persona puede involucrarse en cualquier género. Se ha creado un público súper diverso.

Entonces… ¿No creéis que haya fijado un perfil de vuestro oyente arquetípico?

C: Lo que queremos pensar es que podemos englobar a todo tipo de público. En el disco hay de todo: desde canciones divertidas -muy frescas y con mucho ritmo-, a otras más sensibles, más lentas y oscuras…

 

¿La primera palabra que se os viene a la mente a la hora de definir vuestra música?

V: Definirlo en una palabra es imposible, porque somos muchos. Es un proyecto complejo, y a nivel teórico resulta difícil resumirlo.

P: Es como demasiada emoción. Diría que pastiche, ¿no?

Andrés: Sí. O dinamismo. Al haber tantos sonidos y tan diversos, nuestro trabajo es bastante dinámico… 

C: Yo diría “sorprendente”, pero no en el sentido de “increíble”, sino que sorprende como tal. El disco empieza con Marina d’Or, y luego te encuentras a un tío haciendo trap que canta con autotune. Es un álbum que no aburre. Cada canción es distinta de la anterior, cada canción es de su padre y de su madre.

¿Cuáles son los artistas que más os han influido en vuestro estilo musical? ¿Qué nombres se os vienen a la mente?

P: Muchísimos. Desde los Beatles, pasando por Camarón… Hasta Dellafuente o Yung Beef. Es lo bueno que tenemos, que escuchamos de todo.

¿Os consideráis nostálgicos?

V: Sí. Somos muy de los 60, de los 70, de los 80… Y de los 90, ¿por qué no? Pero sobre todo muy de los 2000. Yo creo que somos nostálgicos en cuanto a la sensibilidad. Pero a la hora de manifestarlo, siempre miramos hacia delante. Cogemos ciertas referencias y las utilizamos, las mostramos… Pero le añadimos un punto actual.

 

¿Qué me decís del circuito del “moderneo” que se ha ido consolidando en los últimos años? ¿Os sentís parte de él?

C: Dentro de la tribu “urbana”, sí podríamos enmarcarnos.

V: Moderneo a tope.

C: En el rollo del moderneo, sí, pero tampoco como algo exclusivo.

V: No somos indie. Eso está claro (Risas)

C: Está claro lo que no somos…

¿Qué es, para vosotros, lo más duro del mundo de la música?

C: Las altas, las facturas… Y el dinero. El no recibir dinero.

P: Sobre todo el que no se burlen de ti.

Todos: Y los zulos. Los zulos de Lavapiés (Risas)

 

¿Y lo más gratificante?

V: El sentir que estás con tus amigos haciendo un proyecto artístico, y que la gente lo entiende. 

Alberto: Sí, eso es súper gratificante. El estar todos reunidos, que se nos ocurra una idea súper loca y llevarla a cabo. Y, sobre todo, ver que el público se emociona con eso. Es genial.

 

¿Creéis que hoy en día el artista joven tiene muchas trabas a la hora de emprender su carrera? ¿Véis difícil progresar lejos de los “núcleos duros” de Madrid y Barcelona?

P: Tienes que saber moverte, porque al final buena música hay en todos lados. O bien tener ciertos contactos, o bien sonar distinto, o bien caer en el momento idóneo… Y en el lugar idóneo.

V: Pero sí que es verdad que, al ser de Granada, nuestra situación es distinta. Y creo que precisamente por eso se nos ha hecho tanto caso. Si estuviésemos en Madrid hubiésemos pasado más desapercibidos. Lo nuestro ha sido como “la nueva banda de Granada”, “vamos a llevarla a Madrid”.

 

¿Cómo veis el papel de la mujer en la industria? ¿Creéis que aún hay muchas dificultades? ¿Está relegado a un segundo plano?

C: Yo creo que no. Cada vez hay más grupos de chicas y lo petan. Por ejemplo, las Cariño. Me parece algo increíble.

P: Y ya no solo como artistas, sino en el mundo del “booking”.

C: Sí, por ejemplo, en nuestra discográfica. El booking nos lo lleva una chica, la prensa nos la lleva una chica… Y son todas estupendas, las queremos un montón. Estamos rodeados de chicas que lo hacen todo genial.

 

¿Hay alguna artista o grupo femenino con el que os haría especial ilusión colaborar?

Andrés: Cariño, Yana Zafiro… Son gente súper interesante y con una música muy fresca.

 

¿Algo que rechacéis como artistas? Un “por ahí no paso”, o al menos directamente…

C: Un anuncio de Vox. (Risas

V: No me gustaría que la gente nos viese como un grupo que lleva su discurso de una manera muy forzada o insegura. Creo que eso es lo que más miedo me da. 

 

¿Creéis que aún hay prejuicios con el pop?

P: Con el indie, más bien. Ahora mismo todos asociamos el indie a un circuito concreto de grupos que, además, es minúsculo… Por ejemplo, esta ola de los 2000. El indie mainstream, digamos. Y, en cambio, la idea original de “indie” era la de algo independiente, alternativo. Puede ser tanto una banda de metal como un artista de lo más urbano.

 

¿Creéis que es importante moverse por ciertos ambientes y frecuentar ciertos locales para profundizar en la música como tal?

V: Totalmente. Hay muchas personas que no van a los bares, que no van a los conciertos, ni a eventos relacionados con otro tipo de arte. Realmente, no consumen música. Se quedan en Spotify Premium y ya está. Y es un poco sospechoso porque te preguntas, ¿cómo estás hablando de esto sin moverte por donde tienes que moverte? Es cuestión de adentrarse ahí, en el hábitat natural.

 

Vosotros habéis reiterado que os consideráis frikis. ¿Qué es lo más “friki” que hay en vuestras vidas?

C: Bueno… Sacamos a un tío verde en los conciertos.

V: Yo creo que con “friki” nos referimos a algo complejo. La idea es coger ese “frikismo” en su complejidad, lavarlo con lejía y que la gente pueda llegar a entenderlo. Que sea lo suficientemente atractivo como para que quieran entenderlo.

C: Sí. Nuestro discurso tiene muchas capas, y ahí es donde reside lo “friki”. En intentar degradar toda esa información que hemos generado y asumirla.

 

¿Cómo operáis en vuestro proceso creativo? ¿Funcionáis como colectividad -como dice vuestro nombre- o es algo más individual?

Andrés: Es democrático todo.

C: Sí, de hecho, estamos divididos en dos equipos, que son el equipo creativo musical y el equipo creativo no musical. El segundo se orienta más a las RRPP, a la estética y diseño de la portada. Los del equipo creativo musical somos los que dedicamos un poco más de tiempo al apartado de la música, pero al final las canciones se acaban haciendo entre los siete.

P: Es lo que dice Andrés. No es algo excluyente nunca.

 

¿Lo vuestro va de rachas de inspiración o de trabajo duro y constante?

P: Bajo presión, siempre. Cuanto más relajados estamos, menos inspiración tenemos.

Andrés: Pero siempre estamos en el local, trabajando, ensayando, creando…

 

¿Y alguna tradición?

V: My Combo. Es sagrado.

C: Cuando entramos a Madrid, ponemos siempre Saraluna de Melendi.

 

¿Creéis que el modelo físico de reproducción de música va a terminar por desaparecer en beneficio de las plataformas digitales? ¿O son formatos compatibles?

P: Yo creo que el proceso de reproducción ya ha cambiado. Tú antes comprabas un disco o un vinilo a ciegas. Ahora lo consumes primero en digital y, si te gusta, te pillas el físico.

Andrés: Creo que es más como un objeto de “fetiche”, por el romanticismo de tenerlo en físico. Algo orientado a fans y coleccionistas.

V: Por eso las ediciones serán cada vez más bonitas, e igual más caras… Pero los fans lo seguirán comprando.

 

Vosotros surgisteis un poco por casualidad. ¿Creéis que esta casualidad -o llamémoslo azar- es un elemento importante en vuestra identidad creativa?

P: Si te refieres a que algunas ideas han salido totalmente azarosas… Sí.

C: Muchas veces no es tanto como se ve. Nosotros hacemos lo que nos gusta y, si eso resulta que sale guay, pues genial. Jugamos con una cierta espontaneidad, pero siempre dentro del margen del esfuerzo que ponemos en lo que hacemos. Pero sí es cierto que, en la música, el azar juega un papel importante. De hecho, la primera vez que vinimos a Madrid coincidió que el jefe de la discográfica nos vio, le encantamos… Y acabamos fichando por ellos. 

V: Sí. Aunque creo que nosotros somos bastante autoconscientes del trabajo que estamos haciendo y a dónde queremos ir. Siempre estamos pensando lo que somos, lo que seremos y lo que queremos dejar de ser. 

Alberto: Siempre desde la visión global del proyecto. Dónde estamos, hacia dónde nos dirigimos… Es en ese ambiente creativo donde van surgiendo cosas.

 

¿Creéis que vuestros orígenes -la ciudad de Granada y todo lo que encierra- han definido vuestra trayectoria musical?

P: Es algo que inevitablemente está en tu cabeza. Por ejemplo, yo llevo escuchando a Lori Meyers desde hace un montón de tiempo. Y aunque no sea algo en lo que yo me inspire para componer, su melodía y sus estructuras me influyen inconscientemente.

V: Sí, y las referencias han cambiado mucho desde que empezamos hasta ahora.

 

¿Creéis que, como artistas, os construís un personaje para mantener la distancia con el público, o preferís mostraros tal y como sois?

P: Lo suyo sería ser bastante fiel a tu personaje. Eso es algo que nosotros nos curramos bastante… Nos presentamos como niños buenos.

V: Nos gusta la exposición.

Andrés: El conocer a los personajes da más coherencia al discurso que estamos contando. Lo hace más compacto, más real.

 

Entonces… ¿Creéis que vuestra imagen en RRSS es sincera y natural?

C: Sincera.

Alberto: Siempre le imprimimos un poco de fantasía, pero porque hablamos de un proyecto artístico. Si no hay fantasía…

P: También somos muy fantasía nosotros…

V: Hay que crear el suficiente interés como para que la gente quiera estar ahí y para que, una vez que está, se quede.

 

Vosotros, y muchos otros artistas de esta última ola estáis rompiendo bastante con la convicción de que detrás de la música tiene que haber un significado profundo y complejo. ¿Sois de la opinión de que la música debe ser algo libre y no necesariamente complicado?

P: Creo que ambas cosas son importantes. La música al final es transmitir.

V: Nos gusta mucho entender nuestro proyecto como un producto único. Hay muchos departamentos que tienen que estar en coherencia uno con otro.

Andrés: Al final la música nos sale como nos sale. No forzamos nada. Hablamos de lo que sabemos, y como sabemos.