La trayectoria de Still Corners sigue teniendo un crecimiento orgánico considerable, álbum a álbum la banda comandada por Tessa Murray y Greg Hughes siguen recaudando adeptos y auténticos fans de la banda por allá donde paren. A lo largo de seis trabajos siguen fieles a un sonido en el que el dream-pop y el folk-noir confluyen y mutan hacia atmósferas propias del universo de Lynch o de un road trip nocturno entre la lisergia y la búsqueda del romanticismo.
Así volvían a nuestro país esta semana, haciendo parada por la madrileña Sala Nazca el pasado viernes 13, en el que con puntualidad británica se enfrentaban a un todo vendido con entereza y un setlist pulido y ejecutado de forma impoluta. Buen sonido en la sala cercana al Bernabéu, que cada vez acoge más espectáculos musicales saldándose con buena nota en lo referente a su escucha en la mayor parte del recinto.
‘Dream Talk’ era el protagonista de su nueva visita, sexto disco, en el que la elegancia y la melancolía de la banda vuelven a matchear para acumular clásicos en una discografía de la que no sobra absolutamente ningún disco. Comentaba Tessa Murray ante su nuevo retoño: “La génesis de muchas de estas canciones surgió de los sueños. Cada noche escribía los sueños que recordaba. Mientras grababa, sacaba mi libro de sueños y cantaba sobre varias frases en bucle en las que Greg había estado trabajando. Fue divertido y lo que yo creía que eran divagaciones acabaron sorprendiéndonos con sus diversos significados e imágenes”.
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Así lo intentaron trasladar en Madrid, proyectándonos sobre sus composiciones algunas de esas imágenes y clips, intentando acercarnos aún más a su particular universo, sin duda un álbum y un directo en el que intentan transmitir a los demás, dejando clara la importancia que tiene el trasladar al público sus sentimientos, simpatizando desde los primeros acordes con los allí presentes que ensimismados y con bastante respeto, en lo que a rajar en un directo se refiere, celebraron, cantaron y amaron durante hora y media a la banda.
Y es que cerca de 90 minutos estuvieron acercándonos su música, ¿se nos hizo corto? puede ser, pero puede que fuera lo necesario para meternos tan dentro de su estado que tardaríamos en salir del mismo, reposando durante tiempo esa dulce melancolía, del shoegaze country al pop dreamy sin dejar de lado el art-rock más post-punkero. De ‘Strange Pleasures‘ a ese nuevo himno que han facturado en ‘Today Is The Day’, de ‘Black Lagoon‘ a ‘The Message‘, llevándonos a esa combinación que bien podrían facturar Beach House al atardecer junto a Bryan Ferry y Chromatics, esperando a un seminal Chris Isaak de copas con Orville Peck, es difícil no ver un poquito de todos ellos en la banda, a su manera.
Cercanos, añadiendo aún más oscuridad a unos desarrollos guitarreros que erizan la piel, también hicieron parada por ‘Far Rider’, ‘Heavy Days’ o ‘The Dream’. Una constante que se erige en todos sus discos era claramente marcada en el paso del directo, funcionando a la perfección cada transición a uno de sus álbumes más lejanos. Obviamente el momento álgido, el que más diríamos, tenía lugar al final, cuando ‘The Trip‘ llevaba a todos a un éxtasis comunal con los músicos, maravilloso tema que alzaba hacia el cielo de la nazca a través de esa suerte de capas que confluyen y se alían con la guitarra virtuosa de Hughes. De regalo un nuevo viaje, a borde de ‘The Ship‘, remamos juntos en ello.
Una cura para el estrés moderno en formato live, un lienzo en forma de directo al que contemplar desde la calma, la compañía o la pura soledad. Alabados sean Still Corners.