16 abril 2024

Jack White no ha tardado mucho en reponerse tras la disolución de su grupo tricromático –blanco, negro y rojo- y, aunque sólo ha pasado un año, ya está en disposición de presentarnos material nuevo, iniciando así una etapa, parece ser que azul, en solitario. Teniendo en cuenta que era él quien componía las canciones de The White Stripes, no tenía mucho sentido esperarse un cambio de sonido drástico -algo que, efectivamente, no ha tenido lugar-, pero los dos primeros singles, ‘Love Interruption’ y ‘Sixteen Saltines’, sí dejaban entrever una cierta desmesura no muy frecuente en las canciones de su anterior banda, como si el de Detroit se hubiera desbocado sin la apaciguadora presencia de su ex-compañera Meg, lo que suponía un problema para una persona como la que escribe esto, cuyos White Stripes favoritos son los de ‘We’re Gonna Be Friends’ y no tanto los de ‘Blue Orchid’.

Afortunadamente, las señales de alarma quedan rápidamente sepultadas por la guitarra, el piano y la voz del señor White al momento de dar al play, pues los elementos típicos de su anterior grupo no tardan en aparecer: en concreto, al minuto y cincuenta y cuatro segundos de ‘Missing Pieces’ ya se oye un solo que podría haber estado presente en cualquiera de las canciones de los White Stripes. A partir de ese momento, y a medida que los temas se van sucediendo, la sensación de que en el álbum no hay ningún filler se va haciendo cada vez más evidente, pues prácticamente todos tienen algo que merece la pena: la letra de ‘Freedom at 21’ y ese riff que recuerda a cierto éxito de su anterior grupo, su forma de cantar lamentándose en el tema que da nombre al álbum, los reproches de ‘Hypocritical Kiss’, el teclado de ‘Weep Themselves To Sleep’… El álbum desprende tal olor a clásico que, cuando llega uno de verdad -el ‘I’m Shakin” de Little Willie John nadie diría que se trata de una versión.

httpvh://www.youtube.com/watch?v=DsixWMdScUI

Sin embargo, lo que termina por hacer de ‘Blunderbuss’ un álbum redondo es la inclusión de un par de canciones amables –a las que antes me refería como mis favoritas de entre la extensa discografía de su anterior banda-: ‘Hip (Eponymous) Poor Boy’ y ‘I Guess I Should Go To Sleep’. Ambas son una gratificante sorpresa casi al final de un tracklist plagado de tantas canciones buenas que no se explica que se haya optado por ‘Love interruption’ como primer single, con rapidez sucedido por la mucho más brillante ‘Sixteen Saltines’ y su apabullante “Who’s jealous of who?”. Habrá quien piense que la elección del primer single es una cuestión menor, y en muchos otros grupos seguramente sea así, pero no con Jack White, con Jack White nunca. Un músico con su enorme talento para las melodías y las letras -atención a las de las ya citadas ‘Sixteen Saltines’ y ‘Missing Pieces’-, con su virtuosismo a la hora de tocar, con su cuidadísima imagen y con su demostrada capacidad para componer hits que le lleguen al gran público -es increíble el éxito de ‘Seven Nation Army’- no debería permitirse el lujo de desaprovechar oportunidades para convertirse en la estrella mediática que merece ser.

Precisamente su carácter de estrella mediática en potencia es lo que puede explicar que haya sido yo -que no pierdo ocasión para hablar de alguna en cuento puedo- de entre todos mis compañeros de página -mucho más pendientes tanto de las últimas sensaciones indies como de grupos mucho más oscuros y, por ello, a priori más proclives a dedicarle unas líneas a Jack White- el que finalmente haya acabado alabando las numerosas virtudes de este álbum. Sirva esto para mostrar hasta qué punto es imposible que nadie quede decepcionado con este disco: para cuando llega la segunda mitad de ‘Take Me Away When You Go’, con su delirante sucesión de coros acelerados y rabiosas guitarras, finalmente uno se ve obligado a rendirse incluso a las canciones a las que no pensaba hacerlo. Ah, y ‘We’re Gonna Be Friends’ sigue sonando en directo. ¿Qué más se puede pedir? 8,5/10.