Con motivo del 50 aniversario de uno de los mejores musicales jamás realizados pudimos ver el pasado 23 de Agosto de 2009 en el Palacio de Festivales de Santander la versión de Joe McKneely, quien fue asistente de Jerome Robbins, coreógrafo y director de la producción original de West Side Story, que conserva absolutamente toda la esencia del montaje original.
El montaje, de dos horas de duración cumplió ampliamente nuestras expectativas, aunque cierto es que teniendo de referente directo la magistral adaptación a la gran pantalla de Jerome Robbins y Robert Wise ganadora de 10 Oscars, la tarea de superarla era claramente imposible.
Con un reparto de 37 intérpretes y una orquesta de 30 músicos, West Side Story comienza con el fantástico prólogo en el que rápidamente vemos la confrontación de bandas entre los Jets (los americanos) y los Sharks (puertorriqueños) en un barrio del West Side de Nueva York en la América de los años 60. Para ello, la compañía no descuida en presupuesto presentándonos un asombroso escenario compuesto por una compleja estructura metálica, que recuerda a las escaleras de indencios de esos míticos edificios de ladrillo norteamericanos, que les servirá, mediante constantes giros y cambios, de escenario principal durante toda la obra para representar las distintas localizaciones. Recordemos que casi todo sucede en los oscuros callejones a la luz de la luna.
Una vez presentados los personajes principales observamos, como nota negativa, que los jóvenes protagonistas, Riff, Tony y Nardo distan mucho de llegarle a la suela a los actores de la adaptación cinematográfica, no por carencias en técnica vocal o danza, asignaturas aprobadas sin duda con nota, sino por una notable falta de carisma en escenario. Recordemos que se trata de una adaptación independiente paralela a la que actualmente se representa en Broadway con lo que estos jóvenes prometedores actores no son “tops”. Eso sí, esta oportunidad les vendrá muy bien para catapultarse en el futuro. Aún así, los papeles femeninos cumplieron mucho mejor que los anteriores, en especial María con el ‘Tonight’, algo menos empalagosa que Natalie Wood y mucho más latina, y, como no, Anita (¡menuda mujeraza!) que recibió una grandísima ovación tras la conocida ‘America’.
No es mi intención repasar todos y cada uno de los actos del musical ya que, en verdad, hay que verlo allí en directo, pero sí quiero destacar de entre todos, el magnífico acto del baile en el gimnasio, espléndido en colorido y vestuarios que parecía trasportarnos a esos bailes de fin de curso americanos de los 60, luces, coreografías y la tensión latente en el ambiente que finalmente estallará en la conocida tragedia crearon un mágico ambiente que nos puso la piel de gallina (y no sería la última vez en toda la actuación)
En definitiva, un magnífico show, aunque con entradas algo elevadas de precio (60), que seguro cosechará éxitos en su gira internacional.
