26 abril 2024

fox-fringe21Por todo el planeta una serie de extraños acontecimientos ha llamado la atención de las fuerzas de seguridad. Conocidos como el Patrón, estos sucesos tienen algo en común: ninguno de ellos tiene una explicación científica razonable. Cuando un nuevo atentado tiene lugar en suelo norteamericano, la agente especial del FBI Olivia Dunham y su compañero John Scott, con el que mantiene en secreto una relación sentimental, acuden para investigar. Sin embargo, cuando están a punto de dar caza al sospechoso, una extraña substancia daña a John dejándolo al borde de la muerte. Con la esperanza de salvar a su amado, la agente Dunham recurre a Peter Bishop, un joven de gran inteligencia metido en graves problemas, para que la ayude a liberar a su padre, Walter Bishop, recluido en una institución mental durante los últimos quince años. Walter fue en los setenta un brillante científico en cuya obra parece inspirarse el Patrón, y que trabajó codo con codo con el mismísimo William Bell, fundador de Massive Dynamic, una corporación con la que se hizo rico gracias a sus sorprendentes avances tecnológicos.

A J.J. Abrams y su gente les apasiona la pseudo-ciencia (léase ciencia límite, léase fringe). Abrams, que ha escrito varios artículos sobre el tema en revistas como Wired, se inspiró en su obsesión para el diseño de los capítulos más extravagantes de Alias o el concepto científico de Perdidos. Este año ha encontrado una nueva excusa para desparramar su peculiar fetichismo con Fringe. Por su temática y tono, desde sus comienzos Fringe ha sido comparada con Expediente-X, una de las series con más adeptos de la historia de la televisión, aunque también guarda cierto parecido con las anteriores obras de Abrams. Con Alias comparte sus tribulaciones femeninas y el protagonismo del mal llamado sexo débil, con Perdidos sus enrevesados guiones y con Expediente-X su inspiración argumental. Las comparaciones son pues acertadas, aunque como siempre, poco deseables. Con este peso en sus espaldas, Fringe partía de la línea de salida con la esperanza de hacerse un hueco en las preferencias de los espectadores y la superpoblada programación de Fox.

Ya en los primeros capítulos se percibían las virtudes y las taras de la serie. Fringe goza de una producción impecable, una dirección apropiada, un reparto correcto y un ritmo endiablado. Por contra, y a pesar de ese dinamismo, el interés de esos inicios era más bien mínimo. Y no tanto por sus guiones, sino por los antecedentes profesionales de sus creadores. Si a Abrams le gusta perderse en giros de la trama y rellenos innecesarios de la misma, Fox no le va a la zaga. Con un productor poco amigo de dar rápidas explicaciones y una cadena proclive a alargar hasta el infinito cualquier show rentable, todo parecía indicar que, de sobrevivir durante ese tiempo, Fringe sólo empezaría a dar explicaciones dentro de cinco o seis años, cuando los nervios y la paciencia de sus seguidores se hubieran agotado. Es por tanto comprensible que a pesar del atractivo visual de la serie y su característico frenesí, muchos espectadores abandonaran Al Límite en busca de otras propuestas, digamos, más compactas.

fringe_castSin embargo esa fría recepción por parte de una mayoría no le ha venido nada mal al fan de Fringe. Gracias a que ha vivido algunas semanas al borde del abismo, la serie se puso las pilas y dió un salto en el tiempo ahorrándonos en apenas un par de capítulos varias temporadas de vacuos rellenos. La estrategia cambia y hay un momento, para alegría general, en el que la serie reacciona abordando en sus guiones directamente el problema de fondo, poniendo las cartas sobre la mesa y tratando continuamente la trama central del show. Y como esta se basa en un concepto interesante, no demasiado explotado en televisión y que concuerda a la perfección con este universo de ciencia desquiciante en el que tan bien se mueven sus resposables, Fringe mejora. Tanto que se convierte en un producto igualmente dinámico, atractivo y entretenido, pero que además gana en interés. Como punto negativo de inflexión antes de esta evidente mejora, pasamos por algún episodio a mitad de temporada en el que se intenta colar, no se sabe muy bien porqué, la problemática familiar de la protagonista, con largas charlas entre chicas-descalzas-sentadas-en-sofás-con-café-caliente-en-las-manos, que ni casan con la serie ni vienen a cuento. Olvidables pero fácilmente perdonables instantes gracias a lo que estaba por venir.

Desde entonces los capítulos varían su estructura. Y si antes eran por normal general, ocurre algo raro – se investiga y se da una explicación pseudo científica – se resuelve la situación de una forma aún más extraña que el problema; en la recta final de la temporada se avanza directamente sobre la trama principal. No vamos a desvelar de qué va Fringe, sobre todo por respeto a los que este artículo (u otros) ha despertado curiosidad y piensan darle una oportunidad a la serie. Sin embargo sí nos vamos a atrever de calificar esa idea de fondo como una de las más interesantes de los thrillers televisivos made in USA, no tanto por su originalidad sino por las innumerables posibilidades argumentales que ofrece. Una de ellas, aprovechada de forma brillante, es la que se nos ofrece en el final de la primera temporada. Imagen polémica sin duda, pero igualmente magnética, esa última secuencia de Fringe se equipara en tensión y punch a las de cualquier cierre de campaña de Lost, con la gran virtud de que al estar esta ambientada en el mundo real, gana aún más en impacto.

Y para terminar, simplemente felicitar a los programadores de la serie en su emisión española. Ya sea por voluntad propia, predestinación, habilidad extrasensorial, superpoderes o simplemente suerte, los que hayan seguido Fringe en nuestro país podrán darse el gusto de enlazar su final con el estreno norteamericano de la segunda temporada. La a ratos sosa, a ratos sexy, a ratos dura, carismática y letal Olivia Dunham / Ana Torv, vuelve a buscar la verdad a partir del 17 de Septiembre en ABC.

por Pablo Gutiérrez