28 marzo 2024

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Todo pintaba a que iba a ser una noche espectacular el pasado viernes en la sala But. Por un lado dos de los debutantes nacionales que más ruido están haciendo actualmente: Deers y Celica XX. Y por el otro los californianos Crocodiles, ya consagrados con cuatro discos, uno de ellos el fabuloso Crimes of Passion (Frenchkiss Records – 2013) publicado el pasado año.

Para entrar en calor, Celica XX descargaron todo su arsenal de ruido ingente, batería prominente y voz etérea. El resultado en directo forma una bola de sonido que crece sin excederse, aunque la voz quede prácticamente tapada sin intentar imponerse. Desgranaron los temas de su único EP Niños Luchando, especialmente agresivos en Veneno Por Navidad. Aunque les falte por pulir, se atisba futuro en el horizonte de los madrileños.

El siguiente plato del menú estaba formado por Deers, cuarteto femenino que destila ecos de Best Coast o, como no, Vivian Girls. Han conseguido llamar la atención con solo tres canciones publicadas online, y presentaron más material en directo. La complicidad que muestran en el escenario es llamativa, además de la energía con la que cargan su garage pop luminoso, aunque es cierto que aún tienen que controlar el volumen de las voces que llega a ser excesivo. Aún así, las melodías de guitarra de Trippy Gum y los coros de Bamboo les dan muchos puntos en directo.

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El momento más esperado era la actuación de Crocodiles. Los californianos ya tienen muchas tablas y, sin desmerecer a los teloneros, el salto de profesionalidad fue notable. Aunque Crimes of Passion es su mejor disco, no se olvidaron de grandes éxitos de sus dos anteriores trabajos. Abrir con una muy acertada Marquis De Sade y su estribillo pegajoso es indicador de éxito, y más si viene complementado por joyas como Cockroach y Heavy Metal Clouds. Uno de sus puntos fuertes son los riffs que atesora Charles Rowell en su guitarra, y que en los primeros temas no tenía un suficiente volumen pero por fortuna se solventó con una aplastante Teardrop Guitar. Mucho se quedó en el tintero, como She Splits Me Up, Me and My Machine Gun o Virgin de Crimes of Passion (es que está plagado de buenas canciones) o Endless Flowers, que da nombre a su segundo disco, y sorprendió sobremanera que a los 45 minutos aproximadamente anunciaran que quedaban solo dos canciones. Una Summer of Hate alargada en un apoteosis sirvió para cerrar antes de los bises llegando a la hora escasa. Volver una primera vez para entregar I Wanna Kill, una de las canciones que les hizo famosos, es una delicia, que quedó empañada por una anodina versión de Jet Boy Jet Girl de Elton Motello y una muy innecesaria versión de Satisfaction de los Rolling en el segundo bis. Como si les faltasen buenas canciones.