Aunque gran parte de la redacción de Notedetengas asistimos al concierto de Sufjan Stevens en el Teatro Circo Price de Madrid el pasado miércoles 30 de septiembre (no en vano, su último disco se ha colado en la lista de los mejores trabajos del 2015 hasta la fecha elaborada por Notedetengas), hemos cedido la pluma a David Hernández, voz y guitarra de Cosmic Birds y seguidor infatigable del estadounidense. Así vivió él el concierto.
Parece que en Madrid tenían muchas ganas de ver a Sufjan Stevens, a juzgar por la cola de trescientas personas que daba la vuelta a la media manzana en la que se ubica el Teatro Circo Price. Mientras esperaba durante algo así como tres cuartos de hora, mantenía la ilusión por conseguir el mejor sitio tarareando: “Palisades! Palisades! I can´t wait! I can’t wait!”.
A las 8, puntuales, empezaron su breve actuación los canadienses Austra. La increíble voz operística de Katie Stelmanis llenaba todo el teatro y hacía practicamente irrelevante la actuación de sus tres compañeros de banda. Aunque el sonido era muy potente había cierto desequilibrio entre los diferentes elementos de la percusión; la mezcla de bombo y caja electrónicos con platos y toms acústicos hacía que la mezcla estuviese bastante descompensada. Tampoco fue muy brillante la amalgama entre los tres o cuatro sintetizadores que tapaban el bajo, apenas perceptible. En el lado positivo hay destacar los coros de la batería.
– Foto Sergio Albert. Primavera Sound-
Una hora después, las luces del teatro descendieron, y entre la oscuridad surgieron de negro Sufjan Stevens y los cuatro multi-instrumentistas que lo acompañaban. Un arpegio agudo de piano emulando “Acuarium” de Saint-Saenz y la voz en falsete de Sufjan daban paso a “Redford”, primera canción del recital y la única que interpretó de su disco Michigan, muy a tono para introducirnos en un ambiente de emoción máxima, con el piano marcando acordes a ritmo ascendente, cuatro voces y efectos de guitarra eléctrica que se mezclaban con el crescendo de los platos. Sin pausa para aplaudir, Sufjan se levantó del piano y cogió la acústica de doce cuerdas para interpretar “Death with Dignity” a la vez que los visuales se activaban por primera vez en el escenario mostrando imágenes de su madre,de su padrastro (Carrie & Lowell) y de el propio Sufjan de pequeño.
Dispuesto a transmitirnos el dolor y el sufrimiento que le ocasionó, no solo la muerte de su madre, sino su difícil infancia junto a ella, en la que no faltaron las drogas, los abandonos… llegó el turno de “Should have known better” y “Drawn to the Blood” cubiertas de un tono épico más marcado que el del disco. “Eugene”, presente también en Carrie & Lowell, fue interpretada totalmente en acústico, únicamente acompañada por los coros de Dawn Landes. Sufjan no pudo contener su emoción al termino de la canción (What’s the point of singing songs If they’ll never even hear you?).
El repaso a su último trabajo continuó con “John my Beloved”, “The only thing”, “Fourth of July”, “No shade in the shadow of the cross” y “Carrie and Lowell”. La emoción del público era más que evidente, las lagrimas de gran parte de los asistentes se mezclaban con la fascinación que la puesta en escena generaba.
Como cierre de este primer bloque, Sufjan Stevens regresó al piano para interpretar la etérea “The Owl and the Tanager” de su Ep All Delighted People. El juego de efectos le otorgaban un halo de misterio con un delay que triplicaba su voz milésimas de segundo después con idéntica réplica de la eléctrica a manos de Casey Foubert. Fue imposible contener la emoción en el silencio imperante, solo interrumpido por las voces en falsete de Sufjan y Dawn Landes interpretando el lírico final.
“All of me wants of all you”, una de las canciones mas intimistas y acústicas del disco, dio comienzo a la parte más electrónica del concierto con una versión plagada de teclados y un final épico en el que James Macalister desacargaba toda su energía a la batería.
Tras una intro de un minuto con Steve Moore (sustituyendo en la gira europea a Ben Lanz (“The National” y “Beirut”) al trombón de varas, continuaron con “Vesuvius” y “Futile Devices” de su disco The Age of ADZ, siendo la primera de las dos una de las mas esperadas y aplaudidas. Vimos a Sufjan bailar, aunque fuese solo con sus manos, e interpretar el motivo principal con un flautín, casi sin tiempo para coger aire. “Blue Bucket of Gold” y su final excesivamente largo con todos los músicos a las percusiones, sirvió de depedida, con todo el público en pie.
Pero Sufjan Stevens regresó al escenario con una camisa colorida y una gorra amarilla , dando a entender que el luto había terminado. Apareció solo, se sentó al piano y tras vacilar unos segundos con unas variaciones sobre los acordes del tema que venía, empezó a sonar “Concerning the UFO sighting near highland”. Los aplausos y gritos fueron tal provocaron que se desconcentrarse y tuvo que parar con la exusa de no recordar un frase. Demostró en esta canción su asombrosa habilidad para cantar y a la vez interpretar al piano una enrevesada mezcla de compases en tres y siete por ocho.
Se subieron al escenario, a continuación, el resto de la banda para interpretar “The dress looks nice on you” de uno de sus primero álbumes, Seven Swans. Lamentablemente no pudimos ver la mítica imagen de Sufjan al banjo, pero fue Casey Foubert el encargado de tal cometido, mimetizando perfectamente el motivo instrumental con el piano, esta vez tocado por Moore.
Tras “John Wayne Gacy Jr.” con un extra de coros en falsete al final, haciendo la canción en homenaje al asesino en serie aun mas emotiva, y “To be alone with you”, una de las pocas canciones donde Sufjan no arpegia la guitarra si no que rasga acordes con su mano, llegó el final de concierto de Sufjan Stevens en el Teatro Circo Price de Madrid. Por causas indescifrables del azar, cuando el ayudante de escenario llegó para cambiarle la guitarra con la que iba a interpretar “Casimir Pulasky Day” y hacer un final más tranquilo (similar al vivido en Barcelona el día anterior), Sufjan decidió quedarse con la guitarra que tenía y comunicó a sus compañeros que tocarían “The Predatory wasp of the Palisades is out to take us!”, una de las canciones mas bonitas de Illinois y mi canción favorita. La primera parte de la canción fue solo voz y acústica y los coros puntuales de Dawn, pero, a la mitad del tema, Sufjan cede la guitarra a Dawn y se sienta al piano, hasta ese momento ocupado por James, el batería, que se dirigió hacia su instrumento para hacernos vivir el momento más glorioso del concierto, muy por encima de la lenta e intimista interpretación de “Chicago” que vendría después. Un subidón musical dirigido por la batería marcando un épico ritmo con la caja como si de una marcha militar hacia el cielo se tratase y todos (incluido algún fan extramotivado como yo) cantando a coro We were in love, we were in love, Palisades! Palisades! I can´t wait! I can’t wait!
La ovación final fue máxima, con las 1.500 personas en pie, aplausos mutuos entre público y banda que se extendieron durante mas de 5 minutos e hicieron que el propio Sufjan se arrodilllase ante los asistentes. Sin duda ha sido el mejor concierto que yo he tenido la suerte de vivir. Los discos de Sufjan Stevens me fascinan de principio a fin, pero verlo en directo es una experiencia extrasensorial. La capacidad de transmitir emociones es máxima, y la técnica y el buen gusto de los músicos es indiscutible. Si a esto le unes el excelente sonido de la mezcla y la sala y los visuales y luces perfectamente sincronizados, estaríamos frente al espectáculo total.
– David Hernández –