6 diciembre 2024
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Una Sala Charada a reventar recibía el pasado sábado la actuación de dos bandas con unos directos fascinantes. De la mano de Ground Control y Sonida Collective, fueron Ganz y Motorama los encargados de emocionar al personal, de ponernos los pelos de punta al principio y hacer que nos quitáramos todas las prendas quitables después.

Los madrileños Ganz, con su EP Mystery of the White Flesh recién estrenado, fueron los encargados de abrir la velada. Si tenéis un amigo con prejuicios hacia la música que se hace en España, llevadles a un concierto de estos chicos. Y es que en el público se pudo escuchar aquello de “no parecen de aquí” que los defensores del pop patrio tanto odiamos. Sin embargo hay que reconocer que todos entenderéis a qué tipo de música nos referimos cuando suena esta frase. Son esas canciones perfectas, esa puesta en escena tan profesional y esas referencias tan presentes a grupos como Grizzly Bear, James Blake o Fleet Foxes los que hacen que te preguntes ¿es posible que  estos chicos lo hayan producido todo ellos solitos? Pues sí, es posible.

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Suenan tan bien que parece que lo lleven grabado, tan sinceros que parece que acaben de crear la canción en ese mismo momento, y el torrente de voz del vocalista asusta y emociona a partes iguales. Incluso aguanta como un campeón las partes a capella en canciones como What does the horse think (about all of this). Pero ahí no queda la cosa, ya que cuando la única fémina del grupo acompaña en los coros, la atmósfera que se crea es mágica, envolvente. Y lo mejor es que con un sonido tan producido, suenan de verdad sin artificios, aun con toda esa perfección que se respira alrededor. La sensación que nos quedó tras su directo fue la de que todo fluía, entre ellos y entre nosotros.

Y tras el torrente emocional de los madrileños, les tocaba el turno a los esperados Motorama, que así sin avisar ya estaban abriendo el set con Northern Seaside, con un Vladislav Parshin cantando de lado al micro. Esta mezcla de Ian Curtis y Julio Iglesias (algo que parece incompatible pero creednos, no lo es), hizo que poco a poco fuéramos quitándonos capas y capas de ropa para terminar sudando los bailes mientras parecía que la Sala Charada se nos caía encima. Las descargas que parecían darle a toda la banda con Image fueron calentando al público que intentaba imitar, sin éxito, sus movimientos. Si en estudio te gusta su música, añádeles el triple de energía a cada canción en sus directos.

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Sí es cierto que el concierto tuvo una meseta de energía, necesaria por otra parte. Wind Light o Rose in the vase fueron puntos clave en esta parte del directo, con un Vladislav al que parecía que le faltaban instrumentos, moviendo sus gafas como esperando que sonaran cual pandereta. En algunos temas pidió que su voz sonara más a catedral, y en otros se le veía algo incómodo, ira que pareció volcar golpeando los platillos con el cable del propio micro.

El último plato fuerte llegó con el bis, en el que tocaron During the Years y Anchor derrochando la energía que podría quedarle a  estas alturas del directo. De hecho la bajista tocaba ya apoyada en la pared. Vladisliv Parshin se encargó de desmontar el escenario poco a poco, arrancando todos los micrófonos de los instrumentos y amplificadores para usarlos para él solito, e incluso se permitió quitarle un platillo al batería para ponerlo en el centro y tocarlo con toda la furia que llevaba dentro. Una batería desmontada en el suelo avisaba del final.

Podíamos respirar. Los conciertos de esta noche habían sido dos señores conciertazos, y así seguiríamos corriendo la voz.