18 abril 2024

Valladolid ha sido históricamente una de las ciudades que mejor ha recibido a Sidonie, lo cual quedó definitivamente claro en la gira de su anterior álbum, ‘El fluido García‘, que hizo ni más ni menos que tres paradas en la capital del Pisuerga. Esta efusiva hospitalidad resultaba algo extraña, conociendo el carácter más bien poco acogedor del público vallisoletano, que finalmente ayer, en uno de los conciertos menos multitudinarios de todos los que los catalanes han dado en la ciudad, les mostró su peor cara -tarde o temprano tenía que salir-, llegando a faltar al respeto a uno de los nuevos músicos que les acompañan en este recién comenzado tour. Marc Ros, cada vez más impecable en su papel de frontman, bien pudo haberse hecho un Shirley Manson y echar a los groseros gritones, pero no lo hizo. Está claro quién tiene clase y quién no. Dejando esta ordinariez al margen, el show fue muy similar al que ofrecieron la semana pasada en el Teatro Lara, destacando lo vistoso de su puesta en escena de maniquíes y banderas de Canadá -éstas, en alusión al título de su solvente nuevo trabajo, ‘Sierra y Canadá‘-.

Por lo que al repertorio respecta, es ley de vida que, conforme un grupo va publicando discos, la presencia de las canciones más antiguas empiece a ser testimonial, sobreviviendo en el setlist sólo las mejores canciones de cada álbum. Pues bien, Sidonie han decidido saltarse un paso y han reducido ya desde el principio el protagonismo de este ‘Sierra y Canadá’ a solamente seis temas (‘Sierra y Canadá’, ‘Gainsbourg’, ‘Hiroshima mon amour’, ‘Un día de mierda’, ‘Yo soy la crema’ y ‘Estáis aquí’) que, en efecto, no tienen mucho que envidiar a las canciones más destacadas de anteriores discos. Las de ‘Costa azul’ y ‘El incendio’ tuvieron especial preeminencia, pero también hubo tiempo para las ya tradicionales concesiones a su pasado en inglés (‘On the Sofa’, ‘Sidonie Goes to Moog’), para su clásico ‘Fascinado’ y para versionar ‘My Generation’ de los Who, elegida supuestamente por votación popular. Toda una sucesión de momentos álgidos que, con total seguridad, habrá ahogado los reproches de aquel fan que hubiera acudido esperando escuchar en integridad su último álbum.