Roosevelt llegaba con todo vendido a su nueva cita organizada por Primavera Sound en nuestro país. A pesar de citarnos en unas fechas navideñas, en las que las cenas y quedadas varias copaban la agenda de madrileños de pro y de adopción, el alemán nos convidaba a su particular banquete de celebración electrónica, con una respuesta masiva de público.
El lugar elegido, el Lula Club, céntrica sala de la capital que vuelve a pecar de una pésima distribución para poder disfrutar de un espectáculo en una versión cercana al 360… o estás en el centro o la visibilidad y cierta garantía de sonoridad se ven afectadas completamente en tu inmersión conciertil.
Si bien el alemán intentó paliar estos detalles entrando a degüello hacia sus nuevas composiciones, ‘Ordinary Love’. ‘Luna’ y ‘Rising’ servían para que su ‘Embrace’ fuera físicamente posible en la pista del Lula, hedonismo trasladado a los visitantes con ganas de darlo todo, en diciembre todo vale. Ir acompañado de banda siempre ayuda, en este caso logró dotar de una dosis extra a su discoteca móvil que caminaba entre Roger Sanchez y Nile Rodgers por momentos.
Pronto hizo inciso en algunos de sus grandes éxitos de la talla de ‘Montreal’ o ‘Colours‘ combinando con su último disco en transiciones bien gustosas, el ritmo como máxima, nigún tema sin su consecuente paso de baile y puntos álgidos servidos de la mano de ‘Paralyzed’, ‘Echoes’, ‘See You Again’ y ‘Sign’. La máquina estaba totalmente engrasada cerca del final, parece que todos, la banda, el público y el técnico habíamos caído ya en comunión para finalizar el show en total comunión. Todos esperábamos un cierre a la altura, el alemán no defraudó, nos llevaba observando toda la noche, ‘Night Moves‘ ponía la guinda a nuestra particular sesión de dance free style.
Y es que Roosevelt logró todo eso que la Navidad debe perpetuar, estar de buen rollo, con la familia elegida compartiendo bailes y bebercios y quemar las calorías justas con su particular dosis de movimiento.
