29 marzo 2024

olmedo1Llegamos al Teatro Calderón de Valladolid, bastante condicionados por ciertas opiniones que habían llegado a nuestros oídos acerca del nuevo montaje de Corsario, pero decidimos hacer borrón y abrir nuestras mentes a la nueva propuesta de esta gran compañía, llena de apuestas jóvenes junto con veteranos y eso sí con un clásico castellano realizado con mucha ilusión. Desde su estreno y posteriores representaciones en el Festival de teatro Clásico de Olmedo, la compañía no había realizado ninguna representación, un gran reto para todos los actores y más en un teatro como el Calderón.

A telón abierto, y mientras entrábamos por el patio de butacas, observamos la sencilla puesta en escena, una simbólica plaza de toros con maderas, tablones y cajas con las que después descubriríamos que se confeccionaba la totalidad de la escenografía. Muy original y económico, el color y la materia recreaba una atmósfera cálida junto con la luz amarillenta, rojiza, simbolizando esos campos de Castilla.

La presentación de los personajes estaba muy lograda, transportando al moribundo Don Alonso (Borja Zamorano) hasta un banco en la escena, la historia completa, era anticipada en forma de canción popular por la preciosa voz de Inés (Verónica Ronda).

En general la sensación que nos dejó el protagonista masculino fue la de una interpretación poco fluida en el verso y bastante pesada en cuanto al desarrollo y cuerpo. La frase “menos es más” estuvo ausente en toda su encarnación. Los puntos fuertes de la obra, sin duda alguna fueron los personajes de Favia (Rosa Manzano) y Tello (Luis Miguel García) en donde se notan las tablas, el trabajo en el verso y la buena canalización durante toda la obra de sus dos personajes. Por otra parte el personaje de Inés, estaba correcto, buenas intenciones y expresión corporal, aunque aburrido en algunas ocasiones, quizás porque el personaje tampoco daba mucho más. El resto de personajes secundarios, sin mucho más que decir, estaban logrados y bastante creíbles. Además el vestuario diseñado por Fernando Urdiales era propio de la época, con ese toque tan característico y colorido de Teatro Corsario.

olmedo2

Una parte importante, aunque nada novedosa en cuanto a otros montajes, fue la colaboración del magnífico guitarrista y compositor Juan Carlos Martín. La música en directo ensalza mucho más el espectáculo, aunque debemos decir que el hecho de que estuviese continuamente entrando y saliendo de escena, desconcertaba mucho y rompía con la magia del momento, sacándote totalmente de la historia, un fallo bastante grande.

A modo de resumen diremos que el montaje era bueno pero poco novedoso, con protagonistas flojos y secundarios muy potentes, pero a su vez muy arriesgado por incluir y apostar por actores jóvenes que se están dando a conocer en el panorama teatral, algo que es de agradecer en estos tiempos que corren.

Fotos: Luis Laforga para Teatro Corsario.