26 abril 2024

ghostsofhighway20

 

Uno de los mejores discos del año, sin duda, será este de la gran dama del country rock Lucinda Williams. Con su disco de estudio número doce la de Luisiana se vuelve a reivindicar con sus canciones que nadan entre la americana, el folk y el country en un doble álbum . Narradora de historias de la America profunda empaquetadas con una minimalista aunque efectiva instrumentación ejecutada magistralmente por los dos guitarristas veteranos como son Bill Frisell y Greg Leisz (con la steel), y la curtida voz de Lucinda aportando las dosis de emoción necesarias.

A pesar de que una primera escucha los cortes puedan parecer monótonos, lineales y descafeinados, la familiarización de álbum nos descubre unas atmósferas en las que los protagonistas van siendo unas seis cuerdas que lucen en distintas formas, deslizadas, rasgadas, acústicas, en solos eléctricos,…

De los catorce temas hay dos versiones – ” Factory” de su alma gemela Bruce Springsteen y “House Of Earth” del maestro folk Woody Guthrie – y el resto son temas propios centrados en historias de la autopista Higway 20, una ruta nacional que nace en Florida, recorre gran parte del estado de Georgia, bordea Luisiana y termina en la arenosa Texas. Y la carretera, como no, como metáfora de las experiencias de la vida y del paso del tiempo.

Un disco lánguido y sosegado que en su casi hora y media de duración se arrastra entre la melancolía y la emoción de una Lucinda que carga con la tristeza de la muerte de su padre (el poeta Miller Williams falleció el pasado 2015). Esa es la tendencia de sus últimos trabajos – “Blessed” (20111) o “Down Where The Spirit Meets The Bone” (2014) – en los que le aleja de los estribillos y la solera de su obra maestra “Car Wheels On A Gravel Road” (1998)

Los solos y las lamentaciones de “Dust”, el blues lánguido de “Death Came”,  el misticismo góspel de  “If There’s a Heaven”, la crudeza del bluegrass de la que titula el disco, el sentimiento de las voces de “Bitter Memory” o los ambientes fantasmagóricos de “I Know All About It” 

Un disco maduro a la vez que puro y descarnado, con el que la dama desata el poso acumulado de sus experiencias y visión del mundo, lejos de aquel corazón indomable y apasionado, la flor se marchita aunque sigue siendo bonita. Como la vida misma.