29 marzo 2024

Una de las cosas que más me gusta es que aún conservo mi capacidad de sorpresa musical intacta. Tengo las orejas bien abiertas y confío ciegamente en personas cuya sapiencia en este tema está fuera de toda duda. Por eso cuando la gente de la Taberna Belfast de Santa María del Páramo insistieron en que el doble cartel que habían organizado con Mars Red Sky y Karma To Burn era uno de los mayores lujos stoner que se podian ver en Europa en este momento no me lo pensé y puse kilómetros de por medio hasta llegar a mi sala de conciertos favorita de la región.

Admito mi desconocimiento de los franceses Mars Red Sky y haber escuchado puntualmente a Karma To Burn, fundamentalmente al principio cuando se trataba de un grupo vocal, pero debía ser el único ignorante porque el pequeño recinto estaba lleno hasta la puerta de gente venida de muchos puntos del norte de España (Gallegos, Asturianos…) y de toda la comunidad, que se entregaron desde el principio a esta experiencia de música del desierto.

Problemas sobre compartir el backline produjeron que el concierto empezara con algo de retraso, no muy habitual en el Belfast, así que con muy poco espacio para moverse los Mars Red Sky comenzaban a desgranar las canciones de su disco Emergence con un sonido muy etéreo y atmosférico, voces que parecían salir del coro de una catedral y un juego de efectos de sonido en la guitarra que obligaban al pequeño vocalista a hacer auténticos malabares con los pies para activar y desactivar varios al mismo tiempo. Su montaje sonoro es complejo pero se desenvuelven en él con aparente sencillez y consiguen transmitir una sensación de paz muy inquietante. Strong Reflection (que tiene un clip apropiadamente grabado en Las Bárdenas Reales) y Curse fueron los temas que más me gustaron, no se limitan a repetir patrones rítmicos sino que van incorporando cambios de dinámicas musicales y breaks que enriquecen la audición, además el contraste de las afinaciones ultra graves con la voz aguda y cristalina de Julien Pras forman un contrapunto diferenciador. Gran sorpresa y unos “invitados” de auténtico lujo.

Probablemente si Karma To Burn hubieran aceptado compartir backline hubieramos visto aún un concierto más potente. Pero tener que desmontar todo para instalar su sencillísimo equipo (dos amplis sin ningún pedal ni efecto y una batería sin grandes alardes) hizo que el sonido inicial no fuera de su gusto e incluso pararan tras la primera canción a cambiar alguno de los cables de la PA.

El volumen que ellos querían para tocar no era muy compatible con las características del local (Mars Red Sky con un equipo mucho más complicado sonaron muy bien) y su guitarrista Will Mecum estuvo de bastante mal humor por ello. Quizás fue este el motivo por el que apenas estuvieron tocando una hora muy justa (bis incluido) pero al menos desde los lugares en que me coloqué yo en primera fila el sonido fue demoledor.

Es impresionante la maestría de Karma To Burn para construir melodías y ritmos variados con tan pocos recursos, los temas se aceleran y frenan, cambian de dinámica, varían su intensidad y todo ello lo hacen con muy pocas modificaciones en sus patrones, probablemente se trata de talento. Además visualmente son arrebatadores. Cada uno con una estética completamente disonante sobre su compañero. Desde la imagen de motero Hell Angel de su bajista Rich Mullins al aspecto homeless del batería Rob Oswall. Todos ellos con un protagonismo equivalente en el resultado final,  mientras Mecum va iniciando canciones, no hay set lists, para que sus compañeros le sigan.

Eight sonó como un cuchillo con su ritmo roto y sus pentatónicas y los cuellos empezaron a moverse en las primeras filas para quebrarse cuando Thirty Four hizo acto de aparición y el ritmo se aceleró hasta un sonido cercano al Thrash Metal de los primeros Metallica, Fourty Seven se recibió con ovación y Thrity Six puso el punto final a un concierto en el que los que les han visto anteriormente comentaban que no lo habían dado todo mientra,s en mi primera vez, yo me llevaba la imagen de un grupo demoledor sobre el escenario. Esta banda en una sala con una audiencia más desatada podría abrir las aguas. Me los apunto en la agenda para futuras visitas. ¿Quien dijo que es necesario un cantante para transmitir la intensidad?.