19 marzo 2024

el-hombre-del-traje-grisAmbientada en los años cincuenta americanos, El hombre del traje gris (1955) es la historia de los Rath, una típica familia wasp (blancos, anglosajones y protestantes) que vive en un acomodado barrio residencial de las afueras de una gran ciudad norteamericana.
Tom Rath es el prototipo de padre de familia que se enfrenta cada día, enfundado en su traje gris, a una larga jornada laboral en la oficina, mientras su mujer se encarga de las labores domésticas y el cuidado de los hijos.
Atormentado por un pasado como combatiente en la Segunda Guerra Mundial, el recuerdo de una historia de amor de aquella época se sumará a la incertidumbre ante un nuevo trabajo y a las preocupaciones de una vida aburguesada donde el “no tener” se acerca demasiado al “no ser”, todo lo cual hará tambalearse su mundo particular.

Estamos ante una historia de costumbres, ambientada en Norteamérica pero que bien se puede trasladar en el espacio y en el tiempo a cualquiera de nuestras ciudades actuales. La narración esconde detrás una profunda revisión de la eterna dualidad entre la realización profesional y su traslación a lo personal –en este caso la visión más tradicional de la familia americana de los cincuenta-. Esto es, lo que venimos llamando en nuestro tiempo la “conciliación de la vida personal y profesional”.

El propio título de la novela sugirió la aparición de la expresión “hombre del traje gris”, para referirse a este tipo de vida sosegada, mayormente anodina, donde el ascenso económico-profesional y el consumo parecen las únicas vías de realización personal. Wilson utiliza este contexto para hablarnos de la ambición, el sosiego ante la adversidad y la inevitable alienación de una sociedad desgastada por sus propios impulsos vitales.

Sloan Wilson (1920-2003) fue un escritor norteamericano autor de, entre otras obras, la comentada The Man In The Gray Flannel Suit (1955), A Summer Place (1958), A Sense Of Values (1961), Georgie Winthrop (1963) y Ice Brothers (1979).
El hombre del traje gris fue llevada al cine por Nunnally Johnson en la película homónima (1956) protagonizada por Gregory Peck.