27 abril 2024

Ya llevaba mucho tiempo siguiendo la pista a los neoyorquinos Crystal Stilts. Sus trabajos tienen un aura especial, tan clásica, recordando a Joy Division o a The Velvet Underground, como rondando el lo-fi y noise rock que tanto está floreciendo en estos momentos (No Age, Vivian Girls). Me imaginaba el hipnotismo y intensidad que debían desprender en directo, con esos característicos medios tiempos, acordes muy marcados, los detalles de teclado que dan tanta vida a ciertos temas. Pero sobre todo, la voz de Brad Hargett, que parece no ser lo más llamativo pero en su característico y suave deje está su mejor baza.

El concierto programado para Madrid no estuvo exento de contratiempos. Inicialmente se debía haber celebrado en el Teatro Lara dentro de los conciertos SON Estrella Galicia, pero finalmente fue cancelado y trasladado a la sala Serrano 41. Sí, es cierto, no pega mucho con la zona, pero eso es lo de menos. La nueva promotora Murciègalo se encargó de que no nos quedásemos sin nuestro regalito.

No hacían falta teloneros. Pasamos directamente al plato principal, que no se retrasó demasiado. Desde el primer tema se puso de manifiesto cómo iba a ser el resto del concierto.  ‘Sycamore Tree‘ y ‘Through The Floor‘ y decía que la percusión y la guitarra eran los protagonistas. Acordes muy pulidos y definidos, que fueron la base de todo el espectáculo. El contrapunto fue que la voz y los teclados quedaron relegados a un segundo plano, con un volumen insuficiente para poder distinguirlos como se debería, de lo que se quejaron en varias ocasiones los músicos, hasta dudando del correcto funcionamiento del equipo.

Es cierto que se deslució bastante el concierto por ese tema, pero no quiere decir que no fuera muy disfrutable. Rápido llegaron los temas que les dieron a conocer. ‘The Dazzled‘ fue rotunda, ‘Shake The Shackles‘ introdujo el ritmo en el cuerpo de los asistentes y, como no, ‘Departure‘ fue la cima de todos los temas (aunque fue en esta última donde más se acusó la falta de volumen de los teclados). Para terminar, después de hacerse un poco de rogar, tocó el turno de una ligera experimentación. La psicodelia y la repetición fue lo que usaron los neoyorquinos para despedirse en los bises. Tal vez son pistas de por dónde pueden ir los tiros en futuros trabajos.

Demostrado quedó que estos chicos son capaces de dar un fantástico espectáculo incluso cuando el sonido se pone en su contra. ¿Será suya la matrícula para la próxima vez? Por ahora, se han merecido el notable alto.