La versión 2013 de Los Enemigos descargaron en Valladolid su “Revuelta Enemiga” recogiendo una respuesta en asistencia por parte del publico pucelano, todos con los 30 ya cumplidos hace más de un lustro, que resultaba desconocida para los que hace ya más de una década asistimos a sus últimas giras. La vuelta de su formación original a los escenarios el año pasado supuso una inmensa alegría para sus seguidores a la vez que una cierta angustia por comprobar como se había comportado el paso del tiempo por ambas partes y tras lo visto en las dos horas que el combo madrileño estuvo sobre el escenario se puede afirmar que para todos el paso de los años ha dejado mella.
Los Enemigos, a día de hoy se componen de cuatro islas musicales completamente independientes, es cierto que llenas de talento y oficio pero con una nula interacción entre ellas y confiando en demasiados momentos más en la inspiración, que la hubo, que en la falta de sutileza que el género y particularmente su propuesta siempre mantuvieron.
En este caso la dualidad Fender (Josele) y Gibson (Manolo) parieron riffs que en demasiados momentos sonaron excesivamente contenidos y algo modificados en los solos y que necesitaron del transcurrir de los temas para entrar en ambiente. Es verdad que el arranque con John Wayne, Brindis y Barrio nos dejó noqueados, pero fue más fruto de las ganas que de los mimbres tejidos, y eso se vio cuando Na de Na, Miedo e incluso la majestuosa An-Tonio sonaron por los amplis. En esta fase del concierto Josele estaba abstraído y por momentos incluso apático, era Fino, la otra parte del Yin y el Yang Enemigo quien se movía por el escenario y mostraba más empatía con una audiencia rendida a los madrileños. Josele cometió varios errores, alguna letra repetida, un tema empezado en el momento inadecuado…y eso en cierta manera acabó desmotivando al bajista y sin embargo, por el efecto de los polos opuestos, desperezando al cantante que se vino arriba cuando los asistentes amagaron con formar un pequeño pogo bajo los riffs de Dentro y que aguantaron el tipo en los minutos de Sr Correcto.
Ganas de despertar de cierto “letargo Enemigo” que sustituyeron la apatía por un empuje que les llevó a bordarlo en la motivada Soy El Rey o La Cuenta Atrás pero que les traicionó en Septiembre, que resultó anodina, o en una Desde El Jergón que casi acabó en ruina. Sin embargo el paso por los camerinos para la parada de rigor previa a los bises les sentó bien y en la recta final Josele estuvo más entusiasta y eso se notó, tras un solo de batería francamente fuera de lugar, cuando sonaron Todo A Cien o Complejo, dejando en global un muy buen sabor de boca entre todos los congregados.
Por todo lo escrito anteriormente no hay duda de que el concierto de Los Enemigos dejó en mi, y creo que en algunos más, un tono agridulce. Feliz por revivir unos tiempos pasados en el que los cinco (banda y escribiente) eramos más jóvenes, teníamos más pelo, mejor cintura y disfrutábamos de uno de los letristas más originales y sobresalientes de nuestra lengua rockera en conciertos con cierto componente urgente disfrutados por muchos menos de los congregados en esta gira. No era de recibo que Los Enemigos se hubieran despedido con un disco en directo “Obras Escocidas” de sonido tan horrible y con unas colaboraciones tan mediocres (salvemos aquí a Jorge Ilegal y a un Pablo Novoa que bien les habría venido en esta gira) y además se merecían este homenaje para sus egos y bolsillos, pero creo que pasada esta primera toma de contacto la banda con dificultad conseguiría repetir estos laureles de “éxito“. Claro que eso el algo que estoy seguro nunca lo sabremos porque visto lo visto no creo que los protagonistas de la noche tengan ninguna intención de prolongar. Sinceramente mi mala memoria se lo agradecerá.