26 abril 2024

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Teatro Calderón de Valladolid, 25 de enero de 2009
“El mercader de Venecia” de William Shakespeare
Versión de Rafael Pérez Sierra.
Dirección: Denis Rafter

Reparto: Juan Gea, Ángel García Suarez, Alfonso Monton, Luís Rallo, Jorge Lucas, Camilo Rodríguez, Natalia Millán, Luz Nicolás, Fernando Conde, Edgar S. Millán, David Fernández, José Hervás, Ruth Salas y Carlos Moreno.

El público disfrutó con el trabajo ofrecido por Denis Rafter, por lo menos eso es lo que uno vislumbra cuando escucha los aplausos finales. Una más que correcta puesta en escena de una de las maravillas shakesperianas, fue esta versión del señor Pérez Sierra. Pero se quedó en eso, pura corrección. Sin estridencias, pero sin arriesgar. De esas funciones que sales un poco frío después de verla. Que no te ha chirriado, pero que tampoco te ha transmitido demasiado; algo había, pero que se ha debido de quedar en el tintero. ¿Podría ser la falta de ritmo en algunos momentos? Podría ser, puesto que hay algunos momentos en los que el ritmo de la obra cae.

¿Podría ser el poco dinamismo de las escenas y su escasa movilidad? Podría ser que sucediera algo de esto, pero eso ocurre cuando te dejas embaucar por la magna palabra del señor Shakespeare y te preocupas de que el lenguaje fluya y te hipnotice (como también sucede).

También hay una gran diferencia en el nivel de unos y otros actores y eso hace que el resultado final tampoco sea tan bueno como debiera ser.

Sobresalen por encima del resto Juan Gea cumpliendo con el papel de Antonio. Natalia Millán también ejerce fuerza y belleza en el espectáculo, yendo in crescendo su interpretación, sobresaliendo en la última parte de la obra.

Fernando Conde nos sigue demostrando lo estupendo actor que es y lo bien que juega en este tipo de teatro. Aunque en esta obra no le he visto del todo cómodo, algo le falta como al resto del espectáculo. Pero estos tres actores sobresalen con mucho por encima del resto.

Un juego demasiado repetitivo con el movimiento escenográfico, al igual que alguna composición escénica (como el juego de los cofres…) y sin alardes luminotécnicos.

La propia obra es ya complicada de por sí, como nos cuenta el propio Rafter, ya que hay varias intrahistorias y la atención a cada una de ellas pueda que pese en la balanza final. El director ha querido quitar peso a la tragedia y dárselo a la comedia (puesto que hay género de las dos clases en el mismo texto ) Ha querido evitar que dominara el odio y ha dado gran importancia a la elocuencia poética y la estructura teatral del libreto de Shakespeare. Quizá ahí resida un poco la falta de fuerza dramática que echo de menos en el montaje.

El mercader de Venecia tiene una trama amorosa como acción principal y otra secundaria en la que también ejerce fuerza el influjo del amor, pero a mí la que realmente me interesa y me crea expectación y estremecimiento es la historia del judío Shylock y la supervivencia en un mundo racista (no lejos de la actualidad…) Es el contrapunto a las historias románticas que nos presenta Shakespeare y en el que el juego dramático y el interés podría ir subrayado.

Pero en este punto tendría que poner en tela de juicio el oficio del autor y eso ya serían palabras mayores. De ninguna de las maneras pondría en entredicho la palabra del genio entre los genios y el señor William Shakespeare puede darle la importancia que le dé la gana a sus obras. Faltaría más. Aunque hay directores que también deberían mojarse un poco más.

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Carlos Burguillo