19 abril 2024

Le-Petite-Mort

James son uno de los grupos pop a reivindicar de la década de los noventa.  Su música dulce y luminosa sin pretensiones, directa y contagiosa, nunca llegó a encabezar las ondas de las radios comerciales a pesar de tener todos los elementos para lograrlo. Por suerte el mundo indie siempre ha estado pendiente de ellos, los ha mimado y encumbrado como banda de culto. Atrás quedan himnos generacionales ocultos para el Mainstream como “Laid”, “She’ s A Star”, “Getting Away With It (All Messed Up)” por decir algunos y dejarnos muchos más.

Con un clímax en el cambio de milenio con la edición de sus rebosantes éxitos y del  portentoso “Please To Meet You” (2001), luego se separaron por un tiempo para volver con menos fuelle con tres discos menores – “Hey Ma” (2008),  “The Night Before” y “The Morning After” (dupla del 2010) – hasta este flamante “La petite mort”.

¿Y qué nos ofrecen los mancunianos en pleno año 2014 a parte de un legado envidiable? Pues ante todo la forma que aún exhiben, con momentos lúcidos a base de lo que mejor se les da: generar estribillos pop.  De entrada, “Walk Like You”, que es una declaración de intenciones, como si quisieran decirnos “aún estamos vivos y queremos volver a conquistar vuestras caderas”. Épica sonora de instrumentación multiforme (fabulosa trompeta final marca de la casa). Es en esa línea dónde el disco crece enteros, como con las cautivadoras “Moving On” y “Frozen Britain” que parecen rescatadas de principios de los noventa.

1250369450_0

En otras James han ido a buscar los sintetizadores y los samplers quizás para reafirmarse como formación pop, cuando en realidad lo que les da dicha etiqueta y atractivo ya lo tenían con las vueltas pegadizas, las guitarras pop y todo el arsenal instrumental más clásico. Este es el caso de “Curse Curse” y “Gone Baby Gone” que acaban de despegar no con los artilugios de poca monta que les meten sino con las mismas alas de siempre.

Los momentos de romanticismo los traen  “Quicken The Dead” lírica pieza al piano, la naif “Bitter Virtue” y  la epopeya melódica “All In My Mind”.

Con solo 10 cortes los de Tim Both recuperan sus días perdidos y lo hacen explotando sus inagotables bazas: carisma vocal, coros, violines, trompetas, guitarras pop engrasadas, melodías, subidas y bajadas, ritmos bailables,…

Sin duda este es el disco de vuelta que esperábamos de James. Aunque hayamos tenido que esperar 13 años y dejar pasar tres discos descafeinados. Bienvenidos de nuevo.