Ezra Furman se mueve con facilidad entre extremos. Llevando los labios en rojo pero sin quitarse la gorra. Sin que tampoco su bisexualidad confesa contradiga su fe en el judaísmo.
Sus 29 años le han servido para construir esa libertad y, al tiempo, publicar seis trabajos. El tercero en solitario, “Lousy Connection”, le ha traído hasta España. Entre el 31 de octubre y el 4 de noviembre, defenderá sus trece cortes en Zarautz, Zaragoza, Madrid, Valencia y Barcelona. Pero antes de eso, el de Chicago nos ha solucionado unas cuantas dudas:
Al hablar de ti, aunque se mencionen bandas como The Velvet Underground, suele surgir el término “inclasificable”. ¿Dónde colocarías en una tienda de discos “Perpetual Motion People”?
En el escaparate, con un montón de flechas brillantes de colores señalándolo.
¿Qué separa este álbum de sus predecesores?
Éste es el nuevo.
El pintalabios, los vestidos y los collares de perlas. ¿Son una decisión puramente estética o tienen un sentido más allá?
Solo soy yo siendo yo. Estoy intentando vestirme de manera que me sienta cómodo y me quede bien. A menudo me gustaría verme más femenino de lo que parezco. A veces eso significa llevar cosas más elegantes, porque es la forma más obvia de mirar en femenino. Pero estoy trabajando con lo que tengo.
¿No distraen la atención de las canciones, del mensaje? ¿O crees que los complementan?
Si eres hetero y te asustan los gays, entonces sí, probablemente te distraerá. Me imagino que si todo lo que puedes pensar cuando estoy en el escenario es que estoy vistiendo ropa excéntrica, probablemente no prestarás atención a la música en sí. Pero si toda esa incomodidad por la gente homosexual te es familiar, entonces creo que es más urgente que te esfuerces en acostumbrarte a ello antes de ponerte a escuchar cuidadosamente cualquiera de las canciones que canto.
Estando expuesto al público, tanto tu trabajo como tú mismo, ¿no da miedo grabar canciones tan íntimas como ‘Watch You Go By’?
No. Me asusta más mantenerme encerrado en mí mismo que contar la verdad. Decir la verdad, para mí, es una cura para una profunda ansiedad.
En ‘Lousy Connection’ dices que no quieres ser el “chico malo”. ¿Qué es lo último que has hecho que te convertiría en ese tipo?
Tantas cosas… No estoy seguro de cuál sería la más reciente. Compro gasolina de Exxon, BP y Shell. Participo activamente en el imperio de productos ubicuos y abusos de los derechos laborales de Apple. Estoy contaminando el mundo de muchas maneras moralmente inquietantes. ¿Qué dices tú?
Iggy Pop puso tres canciones tuyas en su programa de radio, además de hacerte unos cuantos cumplidos. ¿Cómo se recibe algo así?
En cierto modo durante una hora me volví loco. Fue un tipo de reconocimiento que nunca esperé. Oír que un héroe artístico fundamental para mí escuchó mi música y la aprobó. Lo celebré por mensajes de texto con todos los que habían tocado en esas canciones. Luego seguí con mi vida. Es mejor no regocijarse demasiado en estas cosas. Sí, es Iggy, pero también es solo un tipo.
Tus directos tienen fama de ser muy intensos, ¿recuerdas algún concierto con un cariño especial?
Tocamos para diez personas en Kingston, Nueva York, hace un par de semanas. La mayoría de ellas ya estaban ahí con los teloneros. Eso fue especial. Me recordó lo que es este trabajo. Independientemente de cómo mucha gente lo exponga, tienes que hacerlo bien. Es intenso todo el tiempo.
Recordamos que hay varias opciones para estar presente. El sábado 31 de octubre en Zarautz, en Cine Modelo; el 1 de noviembre en Zaragoza, en Las Armas; el lunes 2 de noviembre en Madrid, en El Sol; el 3 en Valencia, en La Rambleta; y, como última oportunidad, el miércoles 4 en Barcelona, en la sala Sidecar.
