27 abril 2024

Nueva visita a la capital de los sevillanos Pony Bravo, esta vez en una cita enmarcada en el imprescindible circuito de salas Sound Isidro, tres años más tarde de su última visita por estos lares y con una pandemia de la que todos ibamos a… pero no hemos salido mejores, aunque alguna excepción hay, como la del directo de la banda, que sigue siendo impoluto. Funk, kraut, rock andaluz, post-punk, sonidos cubanos, afrobeat, jazz y todo lo que se les ocurra son fusionados una vez más en una coctelera sónica inigualable e imbatible.

El cuarteto continúa fiel a su estilo, ácido, descarnado, castigador, y arrollador. Continúan siendo un rara avis dentro de un estilo inclasificable, deudores de una lírica apabullante y de un show limado e hipnótico. Trabajar la puesta en escena con unas proyecciones a la altura es ya marca de la casa, bien lo saben los Pony Bravo, a veces nos encontramos perdidos mirando sus acompañamientos en lo alto, observando como Jack Black se pilla una buena alucinación, Ninjas en plena tensión a ostia limpia, Pedro Sánchez fundiéndose en un abrazo con Pablo Iglesias, visionando al caudillo gitanizado en la playa o moviéndonos junto al político neoliberal de juerga continua a costa del contribuyente.

Pero a la par, desde su púlpito, la banda puede ver como sus temas son coreados y celebrados hasta la saciedad. Desde el reggae-dub acondicionado para el live de ‘Pumare-ho‘, a la excitación colectiva de ‘Noche de Setas‘. Un comienzo con pegada que daba continuidad con los temas de su celebrado ‘Gurú‘, ‘Relax y Rólex‘ – lo importante es tener valores -, y su ya clásico ‘Ninja De Fuego’ o cómo Manolo Caracol posee al cuarteto en su particular akelarre compositivo. ‘Loca Mente‘ acabamos amando a los Pony tras cada concierto, y más cuando pegan acelerones como el cometido ejecutando ‘El Rayo‘, tema emblemático que puso a trotar a los pocos desalmados que aún padecían siesos en la sala. ‘El Mundo se enfrenta a Grandes Peligros‘ pero tenemos a los cuatro jinetes del ritmo dispuestos a traernos personajes como ‘El político Neoliberal‘ con los que salir airosos de ello. Especial atención a las visuales de ‘Casi Nazi‘, puro delirio para un tema que de por sí es azote puro. ‘El Rey Boabdil’ bien podría servir para retratar a soberanos más cercanos, feriantes y feriados, puro groove en directo, avanti con el delirio, dando paso a ‘Totomami‘ ese tema que recoge los ritmos africanos ensalzando el poder femenino.

Cómodos, intercambiando instrumentación y voces, aderezando cada tema con su condimentación ácida. Podrían haber acabado con ese baile masivo totomámico, pero aún quedaban unos cuantos hits que rememorar, ‘Ibitza‘ y ‘La Rave De Dios‘ – imprescindibles – subidón masivo al son del fuego sanador. Pero no hay mejor cierre que echar mano de la cartera y sacarse ‘Mi DNI’, esa barbaridad que hace del spoken-word de la banda un clásico coreado por activa y por pasiva.

¡Pony Bravo dame amor!

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